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jueves, 11 de julio de 2019

Bendecir o meditar unos segundos antes de comer

El ritmo de la vida moderna desplazó una antigua costumbre que traía muchos beneficios. Como y porque volver a bendecir los alimentos en nuestros días.



Motivos

Desde ya hace un buen tiempo, tomé el hábito de bendecir los alimentos, y compartir esta experiencia con otras personas de distintas vertientes espirituales y todas hemos sentido lo mismo: comemos mas despacio, dando tiempo al organismo a avisar cuando el estómago esta satisfecho; sentimos más los sabores de los alimentos por lo que evitamos el comer de más; masticamos a consciencia y tendemos a concentrarnos en lo que estamos haciendo, aunque parezca algo menor, y fuimos desarrollando poco a poco la capacidad de darnos cuenta de la importancia de comer y como influye en nuestra salud.
Suena básico. Tan básico que la mayoría lo hemos olvidado y es algo positivo comenzar de nuevo a adoptar esa práctica.

Técnicas y formas

Ante todo, hay que tener en cuenta las creencias personales para lograr conectarnos con la mejor parte de nosotros mismos y con quienes compartimos la mesa.



La idea es llegar en paz y armonía al primer bocado.

Lo primero es tomarnos unos segundos para quitarnos de encima los pensamientos de lo que hicimos y haremos, para pensar en los alimentos que tenemos delante.
Una vez hecho esto, podemos invitar a todos a utilizar las manos, ya sea colocándolas unidas en el pecho o paralelas en dirección a la mesa. Si lo sentimos, cerramos los ojos, sino, se recomienda concentrar la mirada en los alimentos sobre la mesa.

Lo más importante es llegar a sentir gratitud por todo.

Esos alimentos son brindados por la naturaleza, por los reinos vegetal, mineral y animal generosamente. También intervinieron muchas personas realizando distintas tareas para conseguir que esos alimentos lleguen a la mesa. Los elementos como el agua y el sol también colaboraron.

Enumerar y/o reflexionar sobre todo esto ayuda a tomar consciencia sobre la importancia de lo que vamos a realizar.

Para finalizar, siempre es conveniente agradecer. Puede ser a la naturaleza, a todos, a Dios, al Universo, al Padre, etc. Eso ya dependerá de cada uno o del grupo con quien compartes la mesa.

Dar las gracias, desde el corazón, fruto de la reflexión sobre esos alimentos es el objetivo de esta práctica que nos brinda paz y serenidad en un momento de comunión con el TODO.

Así empezarás a sentir más el sabor de las comidas, a sentir tu estómago satisfecho antes de levantarte de la mesa, a disfrutar plenamente de un momento íntimo y cotidiano, a conectarte con el aquí y el ahora, vivirlo.

Para aquellos que trabajan y viven la experiencia de sentir las energías fluir, tomarse un momento para bendecir los alimentos es una forma de ayudar a transmutar aquello que puede ser negativo para nosotros y potenciar aquello que es positivo en nuestros bocados.

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